La cultura ha sido inflexible con el tema del amor. Creó unos conceptos, los repitió y los difundió al pie de la letra y no permite ningún cuestionamiento. Así ha hablado de la fidelidad y la ha pregonado como el modelo que se debe seguir y quién se salga del concepto cultural, o está loco, o es enfermo, o es raro. Pero resulta que en el tema de la fidelidad, o el de la infidelidad, la realidad está desbordando la creencia.
Sin embargo, hay quienes siguen repitiendo el esquema de la fidelidad. Por lo tanto, el dolor y el sufrimiento terminan siendo, los sentimientos que más invaden las relaciones de pareja. "Nunca creí que él me pudiera hacer esto". "Jamás pensé que mi esposa fuera capaz", expresiones dolorosas, pero ingenuas, dichas desde la suficiencia de quién se cree capaz de llenar o satisfacer al otro o a la otra. Dichas desde la prepotencia de quién ama y cree que su sólo amor hace feliz al otro o a la otra.
Humanamente nadie nos puede llenar. Nuestro vacío interior es absolutamente nuestro y allá no llega nadie, ni siquiera ‘el amor de nuestras vidas’. Soñamos con que exista ese otro que nos satisfaga, pero nuestro deseo no deja de ser una ilusión. Nadie nos satiface o nos complementa o nos invade. Amamos a una persona, la escogemos como pareja y esperamos vivir al lado de ella. Sin embargo, eso no quiere decir que nos hayan ‘vacunado’ contra los hombres o las mujeres. Los otros y las otras nos siguen gustando. Y si esto no sucede, es decir, si creo que me ‘llené’ con uno o una, no es por cualidad sino por defecto: hay más de problema, de asfixia que de respeto y autoestima. Por nuestras vidas pueden -deben- pasar muchos otros y otras a las cuales también amamos sin que por ello nos convirtamos en monstruos sociales o en depravados o en inmorales.
El amor es un acto de libertad y de respeto y jamás puede darse desde la prohibición, las exigencias o la retención. Parece increíble, pero cuando se ama al otro o a la otra, desde la seguridad interior de no necesitarlo sino de amarlo, la forma de relación es diferente. No significa que exista el permiso para que ‘nos la hagan a diario’, es decir, busquen a propósito otro u otra, pero sí se da la libertad de que cada quién maneje su propia vida y decida cómo y a quién ama.
Sin embargo, hay quienes siguen repitiendo el esquema de la fidelidad. Por lo tanto, el dolor y el sufrimiento terminan siendo, los sentimientos que más invaden las relaciones de pareja. "Nunca creí que él me pudiera hacer esto". "Jamás pensé que mi esposa fuera capaz", expresiones dolorosas, pero ingenuas, dichas desde la suficiencia de quién se cree capaz de llenar o satisfacer al otro o a la otra. Dichas desde la prepotencia de quién ama y cree que su sólo amor hace feliz al otro o a la otra.
Humanamente nadie nos puede llenar. Nuestro vacío interior es absolutamente nuestro y allá no llega nadie, ni siquiera ‘el amor de nuestras vidas’. Soñamos con que exista ese otro que nos satisfaga, pero nuestro deseo no deja de ser una ilusión. Nadie nos satiface o nos complementa o nos invade. Amamos a una persona, la escogemos como pareja y esperamos vivir al lado de ella. Sin embargo, eso no quiere decir que nos hayan ‘vacunado’ contra los hombres o las mujeres. Los otros y las otras nos siguen gustando. Y si esto no sucede, es decir, si creo que me ‘llené’ con uno o una, no es por cualidad sino por defecto: hay más de problema, de asfixia que de respeto y autoestima. Por nuestras vidas pueden -deben- pasar muchos otros y otras a las cuales también amamos sin que por ello nos convirtamos en monstruos sociales o en depravados o en inmorales.
El amor es un acto de libertad y de respeto y jamás puede darse desde la prohibición, las exigencias o la retención. Parece increíble, pero cuando se ama al otro o a la otra, desde la seguridad interior de no necesitarlo sino de amarlo, la forma de relación es diferente. No significa que exista el permiso para que ‘nos la hagan a diario’, es decir, busquen a propósito otro u otra, pero sí se da la libertad de que cada quién maneje su propia vida y decida cómo y a quién ama.
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