Siempre me ha intrigado, sobre manera, de quién nos enamoramos. A quién escogemos para amar. Por qué escogemos a ese alguien. Qué es aquello que nos enamora de un otro o de una otra. Por qué todos lo sabemos, no siempre se escoge a lo que más conviene...!, no siempre ésta decisión es la más acertada. ¿Pero qué hace que el corazón, o la conciencia, o la pasión, o la mente, decidan que 'fulanito' o 'fulanita' sean los elegidos para amar? Claro, cuando creemos que hemos decidido conscientemente. Porque cuando ni siquiera sabemos por qué escogimos o desde qué motivación se decidió, allí es cuando lo pensamos. Pero de todas maneras, escogemos...
En estas nuevas concepciones del amor se repite muchísimo que "nadie es único e insustituible", es decir, que todos y todas somos 'reemplazables'. Creemos que ese amor es diferente y especial, pero según parece no deja de ser un espejismo. ¡Se puede reemplazar! , o lo reemplaza el tiempo, o lo reemplaza mi cambio interior, o se reemplaza el otro o la otra porque todos evolucionamos. Entonces, ¿de qué nos enamoramos?
El problema radica cuando a nombre del tiempo, a nombre de lo entregado a la relación, queremos 'exigir' prolongación cuando ya dejó de ser lo que antes fue. Sin embargo, la vigencia de la pregunta continúa: ¿de qué me enamoro? ¡La única respuesta posible y aproximada, para acercarse a la pregunta es magia! El arte de amar a alguien es un acto mágico, donde, de acuerdo al diccionario se da un "encanto o atractivo particular de alguna cosa, que parece fuera de realidad o hace olvidarse de ella". Porque aún cuando suene muy elemental es la única explicación posible que afortunadamente todavía escapa a una respuesta racional.
En estas nuevas concepciones del amor se repite muchísimo que "nadie es único e insustituible", es decir, que todos y todas somos 'reemplazables'. Creemos que ese amor es diferente y especial, pero según parece no deja de ser un espejismo. ¡Se puede reemplazar! , o lo reemplaza el tiempo, o lo reemplaza mi cambio interior, o se reemplaza el otro o la otra porque todos evolucionamos. Entonces, ¿de qué nos enamoramos?
El problema radica cuando a nombre del tiempo, a nombre de lo entregado a la relación, queremos 'exigir' prolongación cuando ya dejó de ser lo que antes fue. Sin embargo, la vigencia de la pregunta continúa: ¿de qué me enamoro? ¡La única respuesta posible y aproximada, para acercarse a la pregunta es magia! El arte de amar a alguien es un acto mágico, donde, de acuerdo al diccionario se da un "encanto o atractivo particular de alguna cosa, que parece fuera de realidad o hace olvidarse de ella". Porque aún cuando suene muy elemental es la única explicación posible que afortunadamente todavía escapa a una respuesta racional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario